Creo que ya era pasado el mediodía
cuando por fin recuperé la conciencia, merced a cierto intenso dolor
en los bajos que no me dejaba dormir. Una de las hermanas seguía
echada a mi lado. La otra no. Se había marchado.
El recuerdo de las advertencias del
Maikel volvió. Ahora empezaba a comprender. ¿Me sería posible
mantener una relación duradera con una chica que sabe que me he
follado a su hermana con la misma intensidad con que me la follo a
ella? ¿Cuánto tiempo se podría mantener una relación a dos bandas
antes de que empezaran los celos?
Imaginé un futuro lejano con una
relación más normalizada, sentándome a la mesa por Navidad, junto
al resto de la familia y ver a Estela a nuestro lado, con sus gafitas
y su cara de intelectual, simulando que nunca había ocurrido nada
entre nosotros. Bueno, pues yo no sé ella, pero para mí sería una
situación muy violenta. ¿Y si se echaba novio? ¿Con que cara
miraría yo al pobre infeliz de quien he catado la parienta?
Ni siquiera se me pasó por la cabeza
que el ménage à trois fuera a ser algo que pudiese sostenerse mucho
tiempo. Tal vez una noche o dos más, a lo sumo, pero no me hacía
fantasías acerca de lo que pudiera durar a medio o largo plazo. Lo
pensé incluso por mi bien: ¿cuánto tiempo hubiera podido mantener
el tipo frente a dos tiarronas de semejante calibre sexual? Me sería
fácil hacerme el fantasma, claro. Pero no. Los tíos hemos de hacer
el fantasma solo ante los demás. Cuando nos enfrentamos a la cruda
realidad, hay que ser objetivos: dos noches más como aquella y
acabaría en la UVI.